Un día, intentó solucionar sus problemas, y habló con las otras prendas de vestir que tenia ese señor. Quedó de acuerdo con camisetas, calcetines, bufandas, pero sobre todo con pantalones de pana, de chándal y vaqueros. Se anudaron entre todos como pudieron, cuando su dueño abrió la puerta para irse a comprar, se escaparon todos por la ventana donde los vendieron en el rastrillo de segunda mano y fueron felices con sus nuevos dueños.
Que tiemblen Edgar Allan Poe, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges... pues ya están aquí los "relatistas" del futuro.
Desde un rincón de Vallecas, derrochando creatividad mientras buscan su estilo, tengo a bien presentarles estas pequeñas joyas literarias. ¿Quién sabe si será el comienzo de algún gran escritor?
Mientras salimos de dudas estos jóvenes "cuentistas" continuarán sacándole punta al lápiz.
Desde un rincón de Vallecas, derrochando creatividad mientras buscan su estilo, tengo a bien presentarles estas pequeñas joyas literarias. ¿Quién sabe si será el comienzo de algún gran escritor?
Mientras salimos de dudas estos jóvenes "cuentistas" continuarán sacándole punta al lápiz.
lunes, 20 de mayo de 2013
EL PANTALÓN TORPE
Un día, de esos días grises que a nadie le apetecía salir, un pantalón llamado Torpecín estaba tirado en el suelo, sucio, lleno de barro porque había llovido bastante y hacía que su dueño se cayera, pues era muy torpe. El pantalón, para más señas era vaquero, negro… oscuro más bien, pero él era muy feliz, pues a pesar de que su dueño le trataba un poco mal, las otras prendas de vestir eran muy amigas suyas.
Torpecín, se llamaba así porque siempre tenía muchos problemas. Sobre todo siempre pero siempre tenía agujeros por todos los lados: por las rodillas, por abajo, por atrás… El dueño de Torpecín se lo ponía porque le resultaba cómodo pero a la vez no le gustaba porque se caía siempre al suelo, sobre todo a los charcos sucios, con barro, en la carretera… Daba mucho asco.
Un día, intentó solucionar sus problemas, y habló con las otras prendas de vestir que tenia ese señor. Quedó de acuerdo con camisetas, calcetines, bufandas, pero sobre todo con pantalones de pana, de chándal y vaqueros. Se anudaron entre todos como pudieron, cuando su dueño abrió la puerta para irse a comprar, se escaparon todos por la ventana donde los vendieron en el rastrillo de segunda mano y fueron felices con sus nuevos dueños.
Un día, intentó solucionar sus problemas, y habló con las otras prendas de vestir que tenia ese señor. Quedó de acuerdo con camisetas, calcetines, bufandas, pero sobre todo con pantalones de pana, de chándal y vaqueros. Se anudaron entre todos como pudieron, cuando su dueño abrió la puerta para irse a comprar, se escaparon todos por la ventana donde los vendieron en el rastrillo de segunda mano y fueron felices con sus nuevos dueños.
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Acaba muy bien, buen final. Nacho
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