Que tiemblen Edgar Allan Poe, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges... pues ya están aquí los "relatistas" del futuro.

Desde un rincón de Vallecas, derrochando creatividad mientras buscan su estilo, tengo a bien presentarles estas pequeñas joyas literarias. ¿Quién sabe si será el comienzo de algún gran escritor?

Mientras salimos de dudas estos jóvenes "cuentistas" continuarán sacándole punta al lápiz.

martes, 21 de mayo de 2013

EL LADRÓN DE LOS TRAJES (SEGUNDO RELATO CLASIFICADO DEL GRUPO DE 6º EN EL CONCURSO DE RELATOS DEL COLE)

Érase una vez un club de niños que se dedicaban en su tiempo libre a resolver misterios que ocurrían en su pueblo y lo formaban Ainhoa, Milva, Sol, Ulises y Ramiro (también la perra de Ainhoa que se llamaba Luna.)

Todo empezó cuando estaban dando un paseo por el bosque y Sol vino corriendo porque se enteró que habían robado los trajes del desfile de carnaval y nadie sabia cómo, así que Ulises dijo que fueran todos a la cabaña donde se reunían. Ya allí dijo:

-Tenemos una nueva misión, averiguar quién ha robado los trajes. Milva dijo:

-Pero cómo, si no tenemos mucha información.

-Ya pero iremos preguntando a la gente y a la Policía si saben algo- propuso Ramiro.
Ulises les preguntó si estaban de acuerdo todos y ellos dijeron que sí. La misión de las 3 chicas era preguntar a la gente y los chicos ir al lugar de los hechos.

Dos días después volvieron a reunirse para enseñar todo lo que habían averiguado. Las chicas preguntaron a todos los del pueblo pero nadie sabía nada y los chicos sólo habían encontrado un reloj de bolsillo antiguo así que sospechaban que podría ser del ladrón. Ahora tenían que averiguar quién en el pueblo tenía ese reloj y que no debían decírselo a nadie.

Fueron investigando y sólo tres personas del pueblo tenían ese reloj: el alcalde, el ciego y el churrero. Al primero que descartaron como sospechoso fue al ciego porque no veía y tampoco tenía amigos para que le ayudaran a cometer el robo. Ahora sólo podían ser el alcalde y el churrero pero no se les venía a la mente por qué alguno de esos dos podía haberlo hecho.

Ulises dijo:

-Yo creo que deberíamos ponernos a espiar a estos sospechosos y así descubriremos quién lo ha hecho. Todos estaban de acuerdo pero Ainhoa preguntó:

-¿Y cómo lo vamos a hacer?

-Es verdad, además el alcalde siempre va con esos dos hombres- dijo Milva.

Sol dijo que dos vigilarían al churrero y el resto al alcalde, que tampoco iba a ser tan difícil despistar a esos hombres porque les iba a ayudar Luna, la perrita, Rosa y Valeria.

Ainhoa, Sol y Ramiro vigilarían al alcalde y Milva con su hermano, Ulises, al churrero.
Sol, Ramiro y Ainhoa fueron al bar para espiar al alcalde, Rosa y Valeria venían detrás con la perrita porque ellas se iban a encargar de despistar a esos hombres.

Rosa y Valeria se pusieron a jugar con Luna detrás de donde se sentaba el alcalde y a él empezó a molestarle así que les ordenó a esos dos hombres que les dijeran que se callaran pero ellas no hicieron caso. El primer paso del plan había funcionado ahora necesitaban saber si tenía el reloj. Mientras Ramiro le pedía disculpas Ainhoa y Sol aprovechaban para buscar en el bolsillo el reloj.

A Milva y Ulises no les costó mucho porque le preguntaron al churrero si les dejaba ver su reloj y él lo sacó de su bolsillo así que sólo podía ser el alcalde.
Una hora después todos contaron como lo habían hecho y dijeron que era el alcalde.
Sol dijo:

-¿Por qué había hecho algo así?

Los demás no pudieron responderle pero lo harían muy pronto.

Al día siguiente fueron a hablar con Aurora la encargada del desfile y los trajes. Le preguntaron si el alcalde estaba de acuerdo con el desfile y ella dijo que no porque él decía que era la primera vez y costaba mucho dinero.

Ellos tenían la prueba del reloj y el testimonio de Aurora así que ellos decidieron contarle todo lo ocurrido. Se quedó asombrada y dijo que les iba a acompañar para hablar con la Policía.

Ya allí decidieron detenerle y retirarle de su cargo y les dieron una medalla por su investigación.

El alcalde tuvo que pagar todo y volver a encargar los trajes. La gente del pueblo estaba muy feliz porque se celebraba el desfile.


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