Un día no había nadie que le pudiese acompañar y decidió ir sola a buscar nuevas aventuras. Ese día que fue sola era un día desapacible, nublado y lluvioso.
Al ir caminando vio que algo muy grande se movía tras un arbusto ella no sabía lo que era pero tenía mucha curiosidad por saberlo, entonces se dirigió al arbusto pero a medida que ella se iba acercando esa “cosa” se iba alejando ella empezó a correr le alcanzó descubriendo que se trataba de un animal muy extraño al que no había visto en su vida.
Poco a poco la niña se fue acercando cada vez más y consiguió hacerse amiga del caballo al cual le dio de comer, pasaron un par de horas corriendo.
Marta tuvo que volver a casa puesto que ya era muy tarde, no contó nada de aquello a su familia.
Al siguiente día Marta volvió al lugar donde había dejado al caballo.
Y lo encontró herido.
Volvió a su casa a por un botiquín y volvió a curar a su caballo con gasas y alcohol, al par de horas el caballo mostró mejoría entonces Marta decidió llamarlo “Alex”.
Pasaron juntos el resto de la tarde paseando.
Marta tuvo que volver a casa.
Al día siguiente Marta regresó a ver a Alex, y no estaba, Marta se puso a llorar y a gritar Alex, de tanto llorar, Marta despertó del sueño y se fue a su casa y sus padres y hermanos le preguntaron dónde estaba y la niña decidió callarse el sueño. Y el sueño sólo lo sabía ella y siempre recordaba el sueño que tuvo.
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