PÁNICO EN MATEMÁTICAS

Sintió frío en los pies, y después un cosquilleo en la punta de los dedos de la mano. Inmediatamente un sudor frío amenazó con hacerla estremecer. Poco a poco, intentando no llamar mucho la atención, intentó ponerse lo más recta posible en la incómoda silla de clase, demasiado pequeña para los niños de sexto. Intentó estirar los pies hacia el radiador para que entraran en calor, jugueteó con sus manos separando los dedos todo lo que podía para clamar los pinchacitos, arqueó la espalda para alejar el miedo a que se notara el sudor en la camiseta rosa, nueva, que con tantas ganas había estrenado ese día.

Nada funcionaba, los síntomas se agigantaban por segundo y el profesor de matemáticas ya había empezado a mirarla rara.
¿Y si había pillado la gripe? No podía ser, ese día no, había estrenado la camiseta para el cumpleaños de Nicolás, todo el año esperando el día en el que irían juntos al cine y quizás se atreviera a mirarle. ¿Y si moría antes de que terminara el día? Nicolás no se lo perdonaría, arruinaría su día. ¿Y si….? Un sonoro estornudo atacó desde su interior directamente a la frente del profesor de matemáticas justo en el momento en el que se estaba agachando para preguntar las razones de tal extraña postura en la silla.

Las carcajadas estallaron al únisono de su triunfante grito de alegría al sentirse liberada. “¡Solo es alergia! ¡Podré mirar a Nicolás en el cine!”

Al sentarse, la clase estaba en completo silencio.