Hubo una vez una Navidad tenebrosa que vi con mis propios ojos. Todo empezó en Nochebuena, todos se amaban diciendo FELIZ NAVIDAD.
Mi familia y yo nos fuimos donde vivía mi tatarabuelo. Limpiamos toda la casa, pusimos el árbol de Navidad y cuando justo nos íbamos a dormir... Sonó una voz muy grave que grito AAAAAAAA. Mi hermano y yo asustados por el grito miramos a mi padre, que dijo que provenía del sonado.
Cuando bajamos al sótano, mi padre estaba con un bate y tras buscar no encontramos. Luego cuando salíamos del sótano nos fuimos a dormir. Yo quería ir al baño, tomé un vaso de agua y sonó un canto como la la la la, ese canto sonó en el salón”.
Fui a ver quién era y vi a una persona adulta y dos niñas decorando nuestro árbol. Les saludé y cuando se viraron tenía los ojos blancos, su piel toda blanca y el adulto grito RUAAAA. Mi padre con el susto se despertó, prendió todas las luces y pregunto si estaba bien.
Los espíritus se fueron, mi padre dijo que no podía ser esto. Mi madre cogió rápidamente el manuscrito secreto del tatarabuelo. Lo estaba leyendo y dijo no, no, no, no pensé que iba a pasar esto, no quise provocar esta cosa, mi madre le espeto “el qué.
Le respondió que hacía años había una profecía la cual afirmaba que en esta casa había cadáveres a los que les había matado alguien justamente en Navidad. La profecía añadía que lo que había que hacer era ir al sótano, y encontrar una puerta secreta que parece un muro.
Allí que fuimos. En el sótano mi padre encontró el agua bendita con una cruz. Mi padre cogió la cruz mi hermano y yo, el agua bendita y mi madre tuvo que decir una canción de la iglesia. Yo y mi hermano repartimos el agua bendita por toda la casa. Cuando lo estábamos haciendo. Algo malo sonó en la puerta. Alguien gritando con dolor se estaba destruyendo. Pero antes que fuera al infierno cogió la pierna de mi primo Ronald y le llevó con él.
Como no sabíamos que hacer, nos fuimos, y desde entonces no he vuelto a ver a mi primo.
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