-¿Quién quiere jugaaarrrr a saltar a la cooombaaaa…???.....
-¿Quién quiere jugaaarrrr con nosotrassss….???....
Era una agradable tarde primaveral, hora punta de salida de los colegios y por lo tanto el parque, como cada día, se convertía en un hervidero de gentes variopintas que iban y venían.
Timbres de bicicletas, el ruido de ruedas de patines y monopatines, el balanceo de columpios y los gritos de los niños corriendo y jugando, eran los sonidos inconfundibles que lo llenaban de vida cada tarde.
La pequeña jugaba con su cochecito de muñecas, sus manitas arreglaban el vestidito al diminuto muñeco, para después colocarlo amorosamente en el carrito, y así continuar su paseo.

-¿Quién quiere jugaaarrrr a saltar a la cooombaaaa…???...
-¿Quién quiere jugaaarrrr con nosotrassss…???...
Los sonidos de la tarde fueron desvaneciéndose hasta quedar anulados por las voces blancas de las pequeñas, que la fueron envolviendo arrinconándola hasta el borde de la acera. Notó como la empujaban debajo de las ruedas del coche, que fue incapaz de frenar a tiempo, y a continuación, sólo pudo sentir un deseo irrefrenable de jugar a la comba.
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