Que tiemblen Edgar Allan Poe, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges... pues ya están aquí los "relatistas" del futuro.

Desde un rincón de Vallecas, derrochando creatividad mientras buscan su estilo, tengo a bien presentarles estas pequeñas joyas literarias. ¿Quién sabe si será el comienzo de algún gran escritor?

Mientras salimos de dudas estos jóvenes "cuentistas" continuarán sacándole punta al lápiz.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

EL CHANCHULLO (EJEMPLO PARA QUE LOS NIÑOS ENTENDIERAN LA ACTIVIDAD)

― ¿Y a ti que te parece?, me preguntó mi compañero
― ¿A mí?... Me da igual.

Si el alcalde quería gastarse ese dinero, pues perfecto, mientras no me subiese más los impuestos ni cerrase el centro de día donde llevaba a mi padre. Es más, tampoco me importaba si al final de ese dinero se llevaba parte, o incluso si todo era un invento para repartirse las ganancias. Porque la verdad, darle tanta pasta a alguien por acabar con una simple plaga de ratones no era muy creíble, y menos si el tipo lo único que hacía era tocar la flauta. A mí me sonaba a tangana, a pufo, a repartirse el pastel. Esto para ti y esto para mí. Compadre, que buen negocio hemos hecho a costa del contribuyente. Por mi parte, vía libre, no iba a protestar por otra de tantas.

Al día siguiente, el perroflauta, sin perro, salió del ayuntamiento con gesto cabizbajo y un punto de cabreo. Yo estaba disfrutando de una taza de café a la entrada del ayuntamiento. El hippie se paró a mi lado y comenzó a liarse un cigarrillo.

― Hay que joderse, vaya alcalde sinvergüenza que tenéis.

Miré a mi alrededor buscando a mi compañero, pero sólo estábamos él y yo.

― Mentiroso y ladrón.

Me hice el sordo y cerré los ojos, simulando disfrutar con el calor del sol que entraba por la puerta acristalada.

― Me prometió mil y me ha dado cien.
― Yo soy bedel. No me pagan por opinar ―respondí con una sonrisa.

El hippie me miró con desagrado. Terminó de liarse el cigarrillo, se acercó a la puerta automática y se fue sin haberse deshecho de la rabia que traía. Siempre he creído que a la gente hay que ponerla en su lugar, que no se puede permitir que un mangante venga a darte lecciones de moralidad. Si haces negocios con un ladrón, ya sabes a lo que te expones. Y cada cual a lo suyo, que no hay nada peor que meterse donde no te llaman. Si ves las barbas del vecino cortar cierra la puerta, que un corte de pelo es algo muy íntimo.

El día siguiente se levantó tranquilo. De hecho, más de lo habitual. Un extraño silencio me acompañó de camino al trabajo, hasta que entré por la puerta. A partir de ese momento comenzaron a entrar y salir personas, solas, en grupo, furiosas, cabizbajas. Un coche de la policía paró en la puerta y el alcalde se pasó la mañana en una continua sucesión de reuniones, esta vez, auténticas. Y yo, pasé de la habitual mañana rutinaria a un incesante pulular de despacho en despacho. Tráigame esto, llévese aquello. Acompañe a esta señora, avise a don tal. El regidor no está para nadie. Como para estarlo. La multitud se agolpaba en la plaza, frente a la puerta, con un griterío de mil demonios: queremos una solución, si no hay solución alcalde dimisión, y nuestros hijos ¿dónde están? A primera hora de la tarde el alcalde volvió a hacer aparición y anunció que pagaría más de lo acordado si todos los niños volvían sanos y salvos a casa. No habría más acciones al respecto. Un pacto entre caballeros, creo que llegó a decir.

Por mi parte, no sabía de qué niños hablaba ni me importaba. No es que le desee el mal a nadie, mi menos a unos jóvenes que, si bien tarde o temprano acabarían delinquiendo o cuanto menos molestando, nada me habían hecho, pero la paz que había podido vislumbrar aquella mañana bien se merecía un análisis más detallado de los pros y contras de la decisión. Pero no hubo posibilidad. Los jóvenes aparecieron en procesión, alegres y sonrientes. El perroflauta a la cabeza. El ruido volvió a las calles y con él la tranquilidad de la rutina. Pude tomarme el café de la mañana siguiente con total placidez y disfrutar del aperitivo en el bar de enfrente.

― Espero que lo comprenda. Es una decisión difícil que nos ha costado tomar. Pero todo este desaguisado… Y más en la época tan complicada que atravesamos. Las arcas del consistorio ya andaban muy justas, y con lo ocurrido…

El chorizo de la tapa se me atragantó. De patitas en la calle y con cuatro duros de finiquito. Contrato por obra y servicio: se acaba el servicio, se acaba el contrato. Y vete a reclamar al sursuncorda, que esto es lo que hay. Lentejas. Vete buscando otra cosa que aquí está todo el pescado vendido. Sin más. Y eso es lo que hice: me apunté a clases de música. ¿Instrumento? La flauta.


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