Que tiemblen Edgar Allan Poe, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges... pues ya están aquí los "relatistas" del futuro.

Desde un rincón de Vallecas, derrochando creatividad mientras buscan su estilo, tengo a bien presentarles estas pequeñas joyas literarias. ¿Quién sabe si será el comienzo de algún gran escritor?

Mientras salimos de dudas estos jóvenes "cuentistas" continuarán sacándole punta al lápiz.

viernes, 10 de abril de 2015

LA FRESA MÁGICA

Un día Andrés y Mario fueron a la huerta a recoger fresas para la mamá de Mario que se las había pedido para hacer una tarta de fresas, pues se le habían acabado ya que tenía que hacer muchas para venderlas.

- Mario, mira esas fresas de ahí. Se ven riquísimas. Tomemos esas.- se lo dijo a Andrés.

-Es cierto. Esas se ven riquísimas y están en muy buen estado. Coge unas cuantas.- dijo su amigo.

Mientras recogían las fresas Mario escuchó una voz que lo llamaba. Curiosamente venía de una fresa, inmediatamente fue a recogerla.

-Andrés, ven a ver esta fresa.

-No llames a tu amigo.- dijo la fresa.

Mario muy sorprendido dijo -¿Me acaba de hablar una fresa?

- ¿Qué quieres Mario?- preguntó Andrés.

-Nada, nada olvídalo.

-Soy una fresa que cumple deseos.- añadió la fruta.

-¿Cómo que cumples deseos?- se sorprendió Mario.

Al ver que Mario estaba es shock por la impresión la fresa le dijo - intenta tranquilizarle.

Después de un tiempo Mario logró tranquilizarse.

-¿Cumples deseos?- preguntó Mario.

-Efectivamente.- afirmó la fresa.

Mario, se propuso pedir un deseo.

-Deseo que mi cesta este llena de fresas muy ricas.

Y en un instante la cesta de Mario estaba llena de fresas muy ricas y con muy buen aspecto, tanto que daban ganas de comérselas todas de una vez.

-Ya es hora de irnos. Guao donde conseguiste tantas fresas y en tan buen estado. Se ven riquísimas - dijo Andrés sorprendido.

-Por un deseo de la fresa mágica.- respondiendo a Mario.

-Ajajá, bueno dímelo de una vez. – Dijo Mario seriamente.

- Es verdad, la fresa me concedió el deseo-tratando de convencer a Andrés.

-Bueno sino me lo quieres decir, no hace falta mentir. Vámonos a casa ya- dijo Mario disgustado.



Al regresar a casa Mario le contó todo lo ocurrido a su mamá.

-Tienes mucha imaginación.-dijo la mamá de Mario, con una gran sonrisa en la boca.

-Es verdad, te lo demostraré. Deseo que los platos se limpien.-dijo Mario muy convencido.

Y en un instante los platos estaban brillando como el sol en la mañana o como las estrellas en la noche.

-Lo ves, no te mentía. Mira como brillan los platos, ¿ahora me crees? – preguntó mirando fijamente a su madre.

-Si hijo ahora te creo. Lamento no haberte creído-disculpándose.

La mamá de Mario le quitó la fresa a este y se lo contó a todo el pueblo. Nadie le creyó al principio, pero ella les mostró el poder de la fresa mágica pidiendo el deseo de un coche nuevo.

A causa de eso todos comenzaron a pedir deseos y todo se volvió un caos. Las calles estaban llenas de deseos bobos.

Al ver lo que ocurría, Mario se decidió a hacer algo extremo, que jamás pensó que debería hacer, pero visto lo visto tenía que destruir la fresa.

-Fresa lo lamento pero todo esto es un caos tendré que hacer algo -dijo Mario tristemente.

Mario se comió la fresa y todo volvió a la normalidad.

Con el paso del tiempo todos olvidaron a la fresa y jamás se volvió a nombrar. Aunque Mario creía que algún día volvería a crecer en aquella huerta donde comenzó la aventura más grande jamás vivida.

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