Un metro cuadrado
de tierra es bastante,un metro cuadrado,
con tapia de piedra
todo él rodeado.
Que la gente sepa
que todo eso es mío
y nadie se atreva
a entrar sin permiso
y, dentro, un manzano
o tal vez una parra
para refugiarse en su sombra en verano
con una guitarra: no cabe un piano.
Un metro cuadrado
sembrado de hierba
y en él recostarme
un poco encogida,
rozando la piedra.
Un libro en las manos
con estampas viejas
y canto dorado:
Cuentos, de Calleja.
Se escucha el cuclillo
oculto en la parra;
un cri-cri que acompaña su canto sencillo
son hermano grillo y hermana cigarra.
Sobre mi cabeza
se ve el cielo mío,
todo el cielo propio...
y poder mirarlo
sin pedir permiso
con un telescopio
y bajo mis pies
un metro cuadrado
de mi propia tierra
hasta el fondo adentrado
para que me entierren
bajo la maleza
junto a mi guitarra
de pie, o de cabeza.
Gloria Van
Aerssen
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