Hace unos días,
estaba paseando por la ciudad con un cubito de leche. Iba soñando con una
granja llena de gallinas, y se me iban ocurriendo mejores vidas. ¿Me pondrán
huevos? ¿Y las venderé por un buen precio? Con ese dinero que probablemente
gane me compraré un vestido, con un lazo ¡Tengo una idea! Lo dejaré
para la fiesta mayor y el molinero me verá tan preciosa. Hasta las mujeres
tendrán envidia y el molinero me pedirá bailar y yo le diré que no para que me
lo pida más veces. Moveré la cabeza diciéndole que no, que no y de repente seguro
que aparecerá el lobo y se me caerá el cubo por el miedo. Entonces la tierra se
teñirá del color de la leche. Yo no sabré que hacer: si irme a casa o esconderme
y de repente vendrá Caperucita Roja. Pero ella se sentará en un tronco de la calle se sacará un arma del
corsé y, con la calma, seguro que apuntará bien a la cabeza y –plam- allí caerá
la buena pieza. Le diré gracias y la invitaré a tomar un té y después se irá. De
pronto vendrá una carroza real me invitará a la boda de Cenicienta y el
príncipe; pero diré que no, porque no tendré un vestido. Dirá Cenicienta que no
pasa nada, llamaré a mi hada, y me dará un vestido, unos zapatos y una carroza
real. Si eso pasase, le diría que muchas gracias. De repente seguro que vendrá
el molinero, me dirá que si quiero
bailar con él, le diré que sí, entonces, me iré con él. Empezaremos a oír la música
del palacio y a bailar juntos. Yo estaré muy cansada por lo que nos iremos
pronto.
Al día siguiente será mi
cumpleaños e invitaré a todos los que estaban en la boda de CENICIENTA.
Me pondré un vestido que me
compraré por una tienda de la ciudad.
El molinero me dará un
anillo y me dirá si quiero casarme con él, yo le daré un beso y un abrazo. Será
mi mejor regalo. Al día siguiente, si lo anterior pasase, nos casaríamos, me pondría
muy contenta. De repente aparecería Pulgarcito y su familia me diría que
viniese a la casa de la abuela. Tal vez todos nos iríamos corriendo.
Escucharía gritos en su
casa, me iría corriendo a la casa de la
abuela y Caperucita Roja estaría atrapada. Con mi habilidad las
desataría, el lobo estaría a la orilla del río. Cogería el arma y apuntaría
allí. Caería la bestia feroz.
Cada uno se iría a su casa,
por la mañana ya será otro día: el de mi boda. Nos casaríamos. De repente vendría
la Vaca que Ríe.
Estaría muy triste porque nadie querría su leche; entonces yo le diría que
necesitaría su leche para hacer una mantequilla riquísima.
Me llevaría la leche. Me iría a mi casa y me
pondría a hacer la mantequilla y la invitaría.
Aquí terminaría este cuento
si esto no fuera un sueño que tuve paseando por la ciudad.
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