Estaba durmiendo
en el césped bajo un árbol porque tenía mucho calor. Me desperté cuando un cartel, de
repente, fue hacia mi cara. En el cartel decía “El que nos salve de esta plaga
va a ser recompensado por un cheque de 2.000.000 de euros“.
Yo pensaba mientra caminaba que no
sabría que hacer con esos dos millones.
De pronto estando cerca del lugar del conflicto, pensé que sería mejor rodear
la ciudad para que no me atacasen los
ratones. Lo hice con sigilo lo conseguí y le dije a esos sabios “yo me ocupo”.
Me fui de la casa de los sabios,
me iba a dirigir a la ciudad: ¿Sabéis con quién me encontré? Con el lobo feroz
quien me preguntó ¿no habrás visto por casualidad a tres cerdos que querían
hacer sus casas ellos mismos? Le respondí que sí, dije que estaban a la vuelta
de la esquina. Se fue el lobo y tras la marcha me topé con mi mejor amigo: el
Sastrecillo Valiente. Estuve hablando durante un par de horas y le dije que me
tenía que ir pues iba a ayudar a la
ciudad de Hamelin para que me dieran la recompensa. Pero él no sabía que el
dinero era para su boda. Bueno, yo estaba muy cansado de caminar. Me quedé
dormido un rato y los sabios que me vieron dormir me hicieron una broma por no trabajar:
un sabio dijo: colocaremos en su cara una sartén le tiraremos agua y se dará
con la sartén. Lo hicieron; me echaron mucha agua, me levanté muy asustado, me
di un trompazo en la nariz con toda la sartén y dije “¿Quién ha sido? ¡Juro que le mataré!”
Cuando vi a los sabios riéndose un montón (incluso uno
lloraba de risa) le dije lo sentía por estar dormido pues estaba cansado porque
hacía calor y me quedaba por recorrer a la ciudad treinta millas. Tras disculparme otras tres
veces me fui corriendo a toda velocidad porque tenía mucha vergüenza. Estaba
enfadado con los sabios pero vi un cartel diciendo “una milla” yo me alegré
saltando por el aire, pero cuando leí entero el cartel decía: “una milla para
llegar a los Escara”. Más adelante pude leer veinte millas para llegar a la ciudad,
yo seguí enfadado. Otra vez caminando cansado y de repente tuve una gran idea:
me cogí un montón de arbustos excavé hasta encontrar petróleo, llorando de
alegría, era mi salvación. Al lado de un lago cogí unas ruedas, construí como
un coche arbusto, tenía cerillas prendí fuego aún cohete mini le puse el
petróleo y ¿ sabéis lo que pasó?: Que el cohete en vez de funcionar como yo
pensaba, explotó y yo fui disparado directamente al lago. Otra vez caminando
empapado hasta que me dormí tan pancho. En cuanto me desperté fui corriendo a
la ciudad de Hamelin con mucho ánimo. Había un cartel diciendo que para la
ciudad de Hamelin solo faltaban diez millas más. Yo me alegré un montón. A lo
lejos me encontré a una anciana que
necesitaba ayuda, pues iba cargada con diez bolsas. Como soy muy bueno con la
gente adulta, no me quedaría de brazos cruzados. Le ayudé antes de seguir mi
camino.
Vi un cartel que ponía “Ciudad de
Hamelin está a cinco millas pero cuidado, hasta llegar a la ciudad va a haber
obstáculos” ¿qué obstáculos?, me pregunté. Caminé cien metros y me encontré el
primer obstáculo. Tenía que saltar rocas de la verdad que preguntaban cosas
para permitirte seguir el camino: “¿eres musculitos?”. La otra preguntó si tenía
barba, y la última si tenía un traje ridículo de color verde. Tras decirle la verdad a las tres seguí mi
camino a la ciudad de Hamelin. Me puse a
tocar en la
plaza una melodía
fantástica y los
ratones vinieron hacia a mi.
Caminaba tranquilamente por
un bosque en el que
había un río caudaloso. Lo crucé
sin problemas pero
los ratones se ahogaron. Regresé a la ciudad y le dije a los
sabios que me dieran la recompensa, pero solo me dieron 500 euros y encima que
le quería dar a mi amigo todo el dinero…
Furioso me marché al bosque pensando en mi
venganza. Le di una patada a una roca, me dolía tanto que se me ocurrió una
idea: inventarme una flauta nueva e ingeniarme una melodía nueva para conseguir
que viniesen todos los niños. Durante una semana inventé una flauta. La otra
semana inventé una melodía hermosa. Tras
todo ello caminé a la plaza muy furioso y me puse a tocar otra vez una melodía
tan hermosa que los niños me persiguieron. Me fui a un barco navegué hasta América.
Los dejé ahí con unos humanoides que siempre iban de huelga. Navegando me fui a
la boda de mi mejor amigo el Sastrecillo Valiente. Yo estaba entusiasmado
porque era el padrino de mi amigo. Tenía solo 500 euros así que le compré la Play 4, pero antes, me fui
otra vez a América, cogí a los niños y en la boda hice un concierto.
Cuando acabó la boda me fui con los niños otra vez a
América, con los humanoides. Los niños me abrazaban porque ellos se divertían
mucho con el humanoide. Navegando pensé en todo lo que había hecho y bueno,
resumiendo, me lo pasé muy bien y ahora seguiré con mi feliz vida.
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