Que tiemblen Edgar Allan Poe, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges... pues ya están aquí los "relatistas" del futuro.

Desde un rincón de Vallecas, derrochando creatividad mientras buscan su estilo, tengo a bien presentarles estas pequeñas joyas literarias. ¿Quién sabe si será el comienzo de algún gran escritor?

Mientras salimos de dudas estos jóvenes "cuentistas" continuarán sacándole punta al lápiz.

martes, 19 de mayo de 2015

EL ASESINATO DE LA ABUELA EN NAVIDAD

Todos sabemos que Navidad es una época bonita y feliz.

Bueno, pues para mí no; os voy a explicar el porqué.

Era una bonita cena de Nochebuena: comíamos pan, pastelitos, pavo, sopa y muchas chuches.

Cuando acabamos de cenar los abuelos se quedaron a dormir en nuestra casa, en el sofá cama. El caso es que nos dormimos todos.

Cuando me levanté de la cama con mi hermano oímos un fuerte grito y bajamos al salón. Cuando llegamos al salón vimos a nuestra abuela muerta en el sofá.

Nos asustamos muchísimo, al ver lo sucedido a la pobre abuelita Tamara.

Seguimos todas las pistas para averiguar que narices le había pasado a nuestra abuela pues estábamos seguros de que conseguiríamos averiguarlo.

Examinamos el cuerpo de la yaya y encontramos que en la boca tenía una especie de líquido pistacho y pensamos que sería veneno.

Solo habíamos comido seis cosas: pan, pastelitos, pavo, sopa y chucherías.

Empezamos por el pan. Fuimos a la panadería a interrogar al panadero. Le preguntamos que si había metido o sabía quién había metido veneno en el pan con forma circular. Nos respondió ”NO yo nunca haría algo así “.

- ¿Y ahora que hacemos?

- Tenemos que encontrar la cura- dijo mi hermano.

- Seguiremos interrogando- le respondí yo.

Seguimos con los pastelitos. Fuimos a la pastelería a averiguar si eran estos los que la habían envenenado. Pero no fue así.

- Y ahora que hacemos- preguntó mi hermano.

- Interrogar- le respondí.

Más tarde el pavo. Fuimos a la carnicería a preguntar lo de siempre y como siempre nos dijeron que no.

Ya estábamos desesperados pero estábamos dispuestos a encontrar al culpable de una maldita vez por todas.

Como la sopa la habíamos hecho en casa. Nos la saltábamos porque dábamos por hecho que nadie la había envenenado.

Pasamos a las chuches. Fuimos a la tienda de chucherías y allí nos dijeron que ellos no lo habían hecho allí, que las habían hecho los gnomos de papa Noel.

No había tiempo que perder. Cogimos el primer avión al Polo Norte y al Polo Sur porque no estábamos seguros de donde estaban los gnomos de Papá Noel. Finalmente era el Polo Norte.

Cuando aterrizó el avión cogimos un taxi que tenía una moto de nieve para que se sentasen tres personas. Lo justo para que nos sentáramos todos. La moto iba a tanta velocidad que casi nos caímos de los asientos de terciopelo.

Era muy bonito todo: la nieve, las montañas, los animales…

Cuando llegamos al campamento de Papa Noel vimos a los renos, gnomos y al mismísimo Papá Noel.

¡ERA INCREIBLEEEEEEEEEEEE!

Entramos en el taller de los gnomos donde se hacían los regalos. Empezamos a interrogar a todos los gnomos uno por uno y de manera muy pormenorizado.

Por fin encontramos a nuestro duende. Le presionamos mucho para que lo dijese y al final cantó como un loro. Contó hasta el antídoto explicándonos de que estaba hecha y como comprarla.

Entonces empezó a hablar: Una botella de leche, 20 gramos de azúcar, un cucharón de zumo y una chuche.

Fuimos a la tienda comprarlo pero no había nada. Así que decidimos ir a casa a hacerlo allí. Cuando llegamos a casa cogimos todo lo necesario para hacer el antídoto.

Cuando llegamos al salón le dimos la medicina a la abuela y por fin pudimos curarla de una vez por todas. Pronto empezó a reaccionar moviéndose un poco, diciendo letras al boleo y encadenando palabras cortas como si estuviese dormida y la acabásemos de levantar de una siesta muy larga.

¡Y DE REPENTE SALIO EL GNOMO CON PAPÁ NOEL POR LA VENTANA!

El duende dijo “esa cura no sirve de nada si no la da Papá Noel y antes de que acabe hoy”.

Papá Noel dijo”es verdad” y se puso rápidamente a darle la medicina antes de que empezase a salir el sol por las moñitas de nuestro pueblo. Papá Noel se abalanzó sobre la abuela, le metió la cucharada con el antídoto dentro de la boca.

Se hizo de día y la gente se empezó a levantar de la cama. Mamá, papa el abuelo y finalmente la abuela. Todos éramos muy felices.

Yo me había quedado un poco tocado con el duende y le hice dos preguntas así que acerqué a él y le dije que por qué querían matar a la abuela y por qué arruinarle la Navidad a la gente.

Me respondió que porque a su abuela la había atropellado un coche mientras cruzaba la calle de su mano. Lo de Navidad porque él de pequeño era muy pobre y su abuela era la única que le podía traer regalos con su sueldo de camarera en un restaurante que se llamaba el Cocinillas, donde su especialidad del día era la merluza a la plancha y la de la semana el Cocido Cocinillas llamado así porque solo se servía en ese restaurante. Al final una cuestión de dudas.

Yo lo comprendí perfectamente y me fui con mi familia ya con las dudas resueltas.

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