La casa tenía cuatro habitaciones, dos baños, un salón, una cocina y un jardín enorme. Ana se pidió la habitación más grande y Pablo la del fondo.
Cuando llegó la noche había tormenta y niebla. En el pueblo no se veía a nadie paseando. Los niños se fueron al laboratorio de su padre, mientras este estaba en su habitación leyendo un libro. Los niños cotilleando en aquel oscuro lugar vieron una pócima que decía “si echas una gota en algo cobrará vida”.
Ana no se lo creyó y comenzaron a discutir. Mientras peleaban la pócima salió al jardín por la ventana en forma de una gota que contacto con la nieve y tocó a algunos muñecos de nieve.
Ana y Pablo se fueron corriendo al patio y de repente la nieve empezó a temblar. Sorprendieron vieron que cobraron vida los muñecos de nieve y fueron a atacar a Ana y a Pablo. Los niños subieron arriba y los muñecos salieron al jardín delantero. Pablo vio como los muñecos cogían la nieve y con la pócima iban despertándose. Y estos a su vez se iban multiplicando.
Pablo y Ana salieron, y vieron que los muñecos estaban cogiendo a la gente y lo transformaban en uno de ellos. Otros rompían las luces navideñas y los árboles de Navidad. Ana fue al laboratorio y Pablo la siguió. Y los ruidos alertaron al padre. Cuando bajo vio que un montón de muñecos de nieve estaban entrando a la casa. El padre se encerró con Ana y Pablo en el laboratorio.
Los muñecos tenían armas para destruir a la gente y a Ana la tenían acorralada. Un muñeco fue a echarla una gota para convertirla en una de los suyos.

Pablo y su padre encontraron una pócima capaz de devolver a los muñecos de nieve a su estado normal. Cuándo salieron fueron a echar la pócima a todos los muñecos, y la pócima se terminó justo a tiempo para que todos los muñecos volvieran a la normalidad.
Ana, Pablo y su padre se fueron a cenar bajo el árbol de Navidad. Cuándo terminaron cantaron villancicos y se acostaron felices de haber salvado al pueblo.
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