Que tiemblen Edgar Allan Poe, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges... pues ya están aquí los "relatistas" del futuro.

Desde un rincón de Vallecas, derrochando creatividad mientras buscan su estilo, tengo a bien presentarles estas pequeñas joyas literarias. ¿Quién sabe si será el comienzo de algún gran escritor?

Mientras salimos de dudas estos jóvenes "cuentistas" continuarán sacándole punta al lápiz.

jueves, 27 de noviembre de 2014

LA HORMIGA Y LA CIGARRA

         En verano yo estaba tan cansada que solo disfrutaba del sol, hasta que un día una hormiga fuerte pasó por mi lado. Yo me burlé de ella, me miró y me dí cuenta de que me había metido en un lío.


Entonces corrí muy rápido, después de un tiempo vigilando me asusté pues apareció en mi cara el Lobo Feroz. El corazón me latía muy fuerte, casi se me sale del pecho. Después de tranquilizarme el lobo me preguntó si había visto a una niña con capucha roja. Le dije que se había ido por la derecha.

          El lobo por ayudarle a encontrar a Caperucita no me asesinó. Cuando se fue el lobo, la hormiga fuerte se fue y llegó la débil, cargada con un grano de trigo gigante.                Entonces salí de mi escondite y me aproximé a ella y me burlé diciéndole.

-       ¿Adónde vas con tanto peso con el buen día que hace? Con tanto calor se está mucho mejor aquí a la sombra, cantando y jugando. Estás haciendo el tonto. Me reí sin parar ni un  minuto. Después afirmé “No sabes divertirte” y seguí burlándome de ella.

Ella no me hizo ni caso y siguió su camino en silencio y fatigada.

Al día siguiente me encontré a Caperucita. Estaba asustada y me pidió que le ayudara a escapar del lobo.

Le contesté “vale te ayudaré”. De repente el lobo apareció y Caperucita se escondió.

-       ¿Has visto a Caperucita? me preguntó.

-       No la he visto- Le contesté.

-       Adiós. Se despidió él.

Se fue y Caperucita me dio las gracias.

Cada día que pasaba por ahí veía a la hormiga trabajar sin parar, porque tenía una familia que alimentar.

Me puse muy triste porque yo siempre he querido tener una familia. Después de un tiempo me olvidé de lo visto.

Cada vez que pasaba la hormiga le cantaba una canción burlona. Decía así:-“Que risa me dan las hormigas cuando van a trabajar, que risa me dan las hormigas porque no pueden jugar.”

Una tarde Caperucita, que era mi amiga, se acercó a mi lado y me dijo:

-No te burles de la hormiga, no te ha hecho nada malo. Ella solo almacena comida para su familia, porque a ella  no le importa trabajar día y noche. Porque la hormiga solo quiere hacer feliz a su familia.

A Caperucita le afectó tanto lo que había dicho que  se expresó llorando y con tristeza. Yo me sentía tan mal por lo que había hecho con la pobre hormiga.

Sin darme cuenta cayó el invierno y con el frío que me entró fui corriendo a hacerme una casa, pero no me dio tiempo. Mientras yo no tenía donde dormir, la hormiga y su familia  tenían comida suficiente para todo el invierno. En ese momento me sentí débil, agotada, cansada y tenía mucho miedo a morirme en el frío invierno. Ahí, me acordé de la hormiga. Me fui corriendo a su casa a pedirle disculpas, por el camino me caí mucho, pero el último golpe de frío fue tan fuerte que me rendí.


Al día siguiente la hormiga a pesar de todo lo que le había  hecho me ayudó a escapar del frío. Me llevó a su humilde morada. Cuando entré por la puerta su familia me trataba como si fuera uno de los suyos. Me  sentí tan mal por lo que le había dicho que lloré.

-       ¿Qué te pasa por qué lloras? me preguntó la hormiga.

-       Porque yo os he tratado muy mal y  me burlaba de ti cruelmente. Le contesté.

-       Lo pasado,  pasado está. me dijo la hormiga.

-       Muchas gracias por perdonarme.- repliqué.

Cuando llegó el verano me despedí de la familia de la hormiga porque me iba a hacer una casa.

Al día siguiente vi a Caperucita pasando por el bosque, me acerqué a ella y le dije que muchas gracia, pues me había recordado que no había que ser egoísta con los demás”.


Me dijo que de nada pues para eso, según ella, estaban los amigos. Y desde ese día todos fuimos amigos y yo aprendí a no burlarme de nadie. 

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