Hace mucho tiempo yo vivía en una granja con un genio. Un día, mi dueño me regaló a un señor muy pobre.
Para
que yo todos los días le pusiera un huevo de oro.
Como a mi nuevo dueño no le parecían
suficientes los huevos que yo ponía, cogió un hacha y me abrió la tripa.
Se
llevó una sorpresa al ver que sólo tenía órganos.
Mi dueño se había hecho rico con los
huevos pero ya se había gastado todo el
dinero y había vuelto a ser pobre.
Y
como yo ya no podía poner más huevos, por avaricioso se quedó sin una mina de oro y pobre para siempre.
Mi espíritu volvió otra vez al país de los genios y las
hadas, donde vivo ahora con mis hermanas gallinas ponedoras de huevos de oro, todas
muy felices.
Me han dicho que ahora tengo que ir con una lechera, que está
pensando en vender la leche y hacerse rica. Con el dinero que saque de la leche
quiere comprar una gallina que ponga huevos y que de los huevos salgan pollitos
que también venderá. Con el dinero de los pollitos dice que piensa comprar un ternero
que se convertirá en vaca y que venderá otra vez, y así seguirá comprando y
vendiendo hasta hacerse rica
Espero que cuando yo vaya con ella , vea que
los huevos que pongo son de oro y no va a tener pollitos, me traté bien y no
vuelva a abrirme la tripa como hizo el labrador pobre y ya me pueda quedar a
vivir para siempre con ella. Pues si no, mi espíritu tendrá que volver aquí y a
ver a que cuento me toca ir después, por aquí hay muchas madrastras malas,
brujas, ogros, dragones, y yo no quiero que me toque irme a vivir con ellos.
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