Érase una vez un chico de 28 años que buscaba trabajo. Se llamaba Federico y le gustaban mucho los policías pues él quería ser como ellos. A Federico no le resultó muy fácil buscar empleo; al contrario todos los días leía el periódico, pero no encontraba nada. Lo que solía hacer era pasar por cerca de una comisaría.
Federico siguió caminando en su barrio durante mucho tiempo hasta que se cansó y entró en un bar llamado “Los cochinillos”, en el que comió mucho hasta engordar 1k, y se fue a su casa a descansar porque sabía que mañana volvería a su bario en busca de trabajo.

Al día siguiente se duchó, salió y se fue a la cafetería, en frente de la comisaría a desayunar. Sentando en la silla bebiendo café y comiendo napolitanas, vio que una pareja de chicos encapuchados de negro y con guantes rojos… no sabía si era para llamar la atención… pero bueno a lo que íbamos; esos dos chicos cogieron todo el dinero de la caja y se montaron en un Ferrari rojo y otro negro en los fue se fueron a toda prisa. Federico los vio y en seguida pago, cogió su coche y les persiguió. A los “chicos malos” por suerte se les pinchó una rueda del coche, intentaron escaparse con en dinero pero Federico los cogió y los llevó a la comisaria. Los policías lo vieron y se alegraron. En un momento inesperado el jefe salió con una sonrisa de oreja a oreja y le dijo “Federico ¿quieres ser de los nuestros? Aceptó y empezó ese mismo día a trabajar.
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