Un día al salir de la bañera me encontré una sirena con una cola y una melena larga. Me acerqué a ella y le pedí si quería ser mi amiga, luego nos pusimos a hablar de cosas, y a ella se le ocurrió una idea, consistía en que nos metiésemos en las tuberías para salir de la habitación. Llegamos al mar, yo me estaba ahogando. Ella se fue rápidamente a buscar un alga que te permitía respirar debajo del agua: me la comí, estaba asquerosa, pero me aguanté y me la terminé.
Cuando salí, Jessica la sirena no estaba, pensé que se había perdido y me puse a buscarla pero no la encontré.
Pasaron diez años y paseando por la playa, mi hija se encontró un huevo se lo llevo a casa, de repente el huevo se abrió y resultaba que era una pequeña sirenita, se hicieron amigas y a mí siempre me quedará la duda de sí su madre no será mi vieja amiga.
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